Esta aseveración se cuenta entre las afirmaciones expuestas por Javier Ibáñez, titular del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), durante la Mega Exposición de dos jornadas organizada por Multimedios Agroempresario, que en esos días fue punto de encuentro para más de 200 referentes del sector. Desarrollaba con esto el desafío promovido por el Presidente Macri de constituir Argentina como el supermercado del mundo.
Ibáñez sostuvo sin vacilar su confianza en que la nación disponía de las condiciones óptimas para conseguirlo, incluyendo un territorio extenso provisto del clima apropiado para la producción de las materias primas alimenticias requeridas para proveer tanto a la propia Argentina como a los demás países del mundo. Sin embargo, afirmó que esto, por sí mismo, no era suficiente, pues según sostuvo es necesario el enfoque adecuado para acometer el citado desafío.
Primero, debe comprenderse que el mercado no es igual en todos los países, de forma que no se pueden considerar de manera idéntica el mercado alimenticio argentino y el mercado alimenticio global. Por consiguiente, sería modificando el eje de su producción agraria como Argentina podría abastecer al conjunto del planeta, que según se calcula contará con unos nueve mil millones de habitantes solo para 2050. Este incremento de la población irá acompañado de un aumento de la capacidad media de compra mundial, así como, evidentemente, de la demanda de alimentos, recayendo dicha demanda en los países que tengan capacidad para afrontarla. El presidente del INTI está convencido de que Argentina es uno de tales países, y debe prepararse para aprovechar al máximo esa oportunidad.
Fue con ese objetivo en mente que el titular del INTI identificaba la innovación dentro de las actividades productivas como elemento crucial de las acciones a tomar por Argentina en los próximos años. Esto conllevaría transformar y perfeccionar las condiciones principales de producción de los alimentos, al igual que las capacidades tanto naturales como industriales. Tal innovación es lo que permitiría perfilar su industria diferenciándola de cualquier otra para dotarla de una excelencia que asegure su competitividad y lugar privilegiado en el mercado mundial.
Sostuvo que Argentina se ha destacado en las últimas décadas con sus productos de calidad, haciéndose necesario ahora sumar a estos la cualidad de que puedan ser considerados innovadores. Para ello deben tener en cuenta en todo momento que en el mundo existen numerosas culturas alimenticias que pueden diferir, llegando a ser por completo opuestas, a la argentina. Esto requiere de una continua diversificación de productos que responda a una cultura de oferta y demanda totalmente nueva. Como el propio Ibáñez resumía, “cambiar una cultura de producción primaria por una producción de agregado de valor”.
Destacaba también la asistencia que puede prestar el Estado a los empresarios argentinos en la consecución de tan ambiciosas propuestas. De atender a su consejo, en especial en el caso de las pymes, se apoyarían en las instituciones de transferencia tecnológica con objeto de alcanzar esta dinámica de transformación y reinvención, al tiempo que mantendrían los aspectos provechosos del proceder llevado a cabo en los últimos sesenta años, durante los cuales “el INTI (dependiente del Gobierno) acompañó a la industria argentina (…) dándole servicios de certificación, de calidad, de ensayo, de asistencia tecnológica”, gracias a los “veintiocho centros tecnológicos sectoriales para cada sector de la industria argentina y veinticuatro centros regionales distribuidos en todo el país” con los que cuenta la entidad en el momento actual.
Señalaba asimismo que entre dichos centros sectoriales cuatro están dedicados al rublo alimentos, tratándose de INTI Carnes, Inti Lácteos, INTI Agroalimentos e INTI Cereales y Oleaginosas, que no se limitan a proporcionar sus servicios, pues además trabajan con numerosos especialistas con objeto de mantener una permanente innovación en productos alimenticios. Para ello permanecen al tanto de los avances tecnológicos en todo el mundo, así como de sus líneas de trabajo y de producción, buscando la manera más adecuada de traducirlos e implementarlos en la industria argentina. A tenor de estas labores, Javier Ibáñez adujo que la entidad de la cual es presidente puede ayudar a incrementar la competitividad de la industria alimentaria de Argentina apoyándose en la diferenciación como seña de identidad.
Una de las principales finalidades que persigue el INTI es facilitar oportunidades para que las empresas del sector den forma a nuevas líneas de producto, variaciones en procesos y servicios, y por consiguiente agreguen valor a sus productos. Reconocía, sin embargo, que la productividad y la competitividad de Argentina están con frecuencia condicionadas o influenciadas “por un entorno económico que a veces es difícil”, en cuyo sentido mencionaba, la falta de infraestructura, la burocracia excesiva y los costes de logística. Concluía remarcando la importancia capital de la innovación como el camino inteligente a seguir por la industria agraria argentina de cara a la interacción comercial con el resto del mundo en los años por venir.