Tatuajes: una invitación a adorar el cuerpo

Desde hace milenios los tatuajes para hombres se han considerado un arte,  ancestralmente precedidos por la civilización africana, donde en vez de usar tintas para marcar su tez por razones de su tonalidad marcandose con tizones en el individuo originando la formación de queloides que posteriormente eran pigmentados con tinta hecha en base a cuero animal.

Luego de estos inicios, la técnica del tatuaje llegó al oriente pasando por el mar arábico, donde dejó una gran marca en la cultura persa y otomana. Al llegar a Oriente asiático, con la tecnología avanzada del imperio chino, se desarrolló en todos los sentidos: lo visual, metódico y salubre. Esto, hizo que se tornara un fenómeno cultural que se ha mantenido en toda la cultura amarilla desde la primera dinastía Ming con el comienzo de la puesta en escena de los tatuajes para mujeres hasta nuestros tiempos con el Yakuza nipón.

En el continente occidental tardó en llegar esta tendencia simbológica debido al conservadurismo cristiano que prohibía incluso entradas a templos y rechazo institucional por parte de los antiguos protestantes, anglicanos y mormones norteamericanos -amish, menonitas y quakeros (hojueleros)- a todo creyente con tinta visible o percatada en su piel, fuera por razones: militares, familiares, tribales o políticas.

En la actualidad, aún cuando se mantienen las motivaciones de los tatuajes pioneros del Oriente se han diversificado hacia más allá de la identificación pública, recuerdos personales y semiología cultural.

El hombre moderno, en su afán de marcar pautas y romper paradigmas se ha inclinado por los tatuajes elaborados, compuestos y sincréticos de cada individuo; aunque nunca falta el papá que desea simplemente llevar orgullosamente el nombre de su bebe en el pecho, mientras que la mujer del siglo XXI en este mundo hipersensorial se ha inclinado más hacia la decoración de tatuajes para mujeres recordatoria de su femineidad, identidad sensitiva y memorabilia.

Despertando hoy frecuentes temas de conversación con otras personas que lucen tatuajes pequeños, como las mujeres millenials (que al cruzar piernas o alzar su cabellera los destacan fácilmente), o en la nuca de los caballeros hipsters que insinúan que les gustaría sentir el placer de ser acariciados; esto facilita a su portador una vida social nutrida y satisfactoria.

Otros tatuajes para hombres se lucen en la espalda siendo una invitación a mirar sexy o impresionando, dando un punto focal a la piel en la playa y exteriores calurosos. Hasta mamás modernas, cómodas y atractivas que se atreven a adornar sus pantorrillas de forma coqueta para lucirlas en la playa a la hora de broncearse.

Las últimas tendencias del tatuaje mundial que implica las técnicas particulares para cada uno de los espacios corporales, la diversidad acupunturista del tatuador y las modernas tintas que denotan intensidad, calma y definición; se encuentran plasmadas en las pieles de nuestra civilización hispanoamericana por los diferentes artistas de las principales ciudades del continente occidental  y occidente europeo posicionándose en las grandes metrópolis  de: Lisboa, Sao Paulo, Distrito Federal (DF), Medellín, Los Ángeles, Miami Dade, Madrid y Caracas.

Para los que no pueden acceder a expertos internacionales sobre su preferencia siempre es favorable acudir a referencias publicadas vía web y apreciar estas ideas listas para copiar, imitar o simplemente usar en el bosquejo creativo del arte corporal y diseñar nuestras propias redes humanas de socialización; y poder establecer mejores relaciones de amistad, solidaridad y compatibilidad entre muchas razones más.

Redaccion
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