Los conflictos nunca son fáciles en una relación, pero son una parte fundamental de cualquier pareja. Los conflictos pueden acercarlos o separarlos si no se manejan adecuadamente.
Lo más importante que hay que recordar cuando se trata de un conflicto es que está bien pelear, siempre y cuando no se pelee de forma sucia y se mantengan las cosas civilizadas. Aquí tienes algunos consejos para una pelea sana:
Elige bien tus argumentos
Hay algunas discusiones que deberías evitar. Las discusiones demasiado personales y las que no tienen posibilidades de llegar a una resolución son dos ejemplos de malas discusiones. Cuando elijas una discusión, pregúntate si es importante para ti y si hay alguna forma de ganar la discusión. Si no es así, no tiene sentido entrar en conflicto con tu pareja por ello.
Háblalo con la otra persona
Cuando se trata de resolver un conflicto, lo más importante es hablar. Hablar de vuestros problemas con calma y serenidad os permitirá entenderos mejor y plantear posibles soluciones para resolver vuestros problemas. Recuerda que cuando estás en un estado emocional o enfadado, no es un buen momento para hablar de lo que te preocupa.
También debes asegurarte de que ambos están preparados y dispuestos a hablar del tema en cuestión antes de proceder a la discusión. Asegúrate de que ambas partes tienen la mente lo suficientemente abierta como para escuchar la opinión del otro antes de iniciar una discusión sobre cómo deberían resolver su(s) problema(s).
No te lleves el conflicto a la cama
El conflicto es una parte normal de las relaciones y puede darles la oportunidad de crecer como individuos y como pareja. Sin embargo, cuando se produce un conflicto, es importante no llevarse los problemas a la cama, en especial si se trata de temas tan importantes como infidelidades con prepagos en dominicana o discusiones con amigos en común.
Hablar de tu relación mientras estás en la cama es un gran no-no por muchas razones:
- El cansancio nos hace más emocionales y menos racionales; por lo tanto, nos resulta más difícil pensar con claridad en lo que queremos o necesitamos del otro.
- Cuando estamos estresados por el trabajo u otras presiones (incluso si no están relacionadas con nuestra pareja), nuestras emociones tienden a ser altas y podemos estar más inclinados a decir cosas sin pensarlas primero, lo que puede llevarnos por el camino del resentimiento en lugar de la resolución.
- Ciertas emociones, como la excitación o la ira, pueden nublar nuestro juicio sobre la mejor manera de manejar la situación en cuestión, lo que dificulta a ambas partes involucradas en la conversación si una persona se siente amenazada por la respuesta de la otra (y viceversa).
Escoge en que vas a gastar tu energía
Antes de decidir cómo afrontar los conflictos en tu relación, tienes que saber cuándo elegir una pelea. En otras palabras: no elijas peleas que no merecen tu tiempo y energía.
Si el asunto no es importante o no afecta a nadie más, probablemente no merezca la pena hacer olas por él. No quieres gastar toda la energía de tu relación en cosas que no importan; eso sólo le quitará la alegría a las partes buenas de estar juntos.
- Elige batallas en las que ambas partes puedan obtener algún tipo de victoria (o al menos conseguir lo que necesitan).
- Asegúrate de que estás realmente dispuesto y eres capaz de librar esta batalla antes de planteársela a tu pareja porque, de lo contrario, podría sentirse engañada en una discusión si tampoco quería una, pero fue convencida por alguien que afirmó que era lo suficientemente importante para ambos.
- Piensa en si hay otras formas de afrontar esta situación, además de discutir: ¿quizás haya algo más que podamos hacer en su lugar?
No te vayas a la cama enfadado
No te vayas a la cama enfadado. Esto es algo muy importante que hay que recordar. Si no eres capaz de resolver las cosas siguiendo los pasos de la resolución de conflictos, es mejor que no te vayas a la cama enfadado con tu pareja. Puedes pensar que la otra persona estará demasiado cansada o disgustada y no querrá hablar más del tema al día siguiente, pero si te sientes herido, esto podría acabar siendo aún más difícil para ambos.
Hazle saber que estás herido y por qué. Es natural que las personas se sientan a la defensiva cuando se les critica o se les acusa de haber hecho algo malo, así que asegúrate de que cuando expliques tus sentimientos sobre lo ocurrido durante una discusión (si la hubo), no suenes acusador o agresivo hacia tu pareja. Sé sincero con tus sentimientos diciendo cosas como «Cuando dije X me sentí Y porque ocurrió Z» en lugar de «¡Siempre haces X! ¡Nunca escuchas! Deberías sentirte mal ahora mismo».
Puede ser útil que cada persona se turne para hablar sin interrumpir a la otra hasta que ambas partes hayan expresado su opinión y comprendan cuál es la posición de la otra parte en el asunto en cuestión; antes de volver a intentarlo sin más argumentos o de dejar esa discusión para más adelante, para no alterarse más de lo necesario y seguir siendo respetuosos con la otra parte durante todo este proceso.
Saber cuándo pedir disculpas
Pedir disculpas es una forma estupenda de suavizar los conflictos y sanar las relaciones. Pero debes tener cuidado de no disculparte solo porque crees que debes hacerlo. Recuerda: una disculpa no arregla las cosas, sólo las mejora.
Si alguien está enfadado contigo y te pide una disculpa (directa o indirectamente), lo mejor para ambos es dársela. Puede parecer obvio, pero una disculpa no debe servir para que tú te sientas mejor, sino para que la persona perjudicada se sienta mejor al demostrarle que te importan sus sentimientos lo suficiente como para reconocerlos y asumir la responsabilidad de lo sucedido.
Perdonar y olvidar
Deja atrás el pasado y perdona. El perdón es un proceso, no un acontecimiento. Puede ser difícil dejar atrás las heridas del pasado, pero es necesario para una relación sana con tu pareja.
Perdonar no es lo mismo que olvidar: requiere que reconozcas que alguien te ha hecho daño y que lo dejes ir para que no tenga poder sobre tus futuras interacciones. Si no perdonas, sus acciones seguirán influyendo en el funcionamiento de tu relación en el presente, es normal que esto sea complejo si por ejemplo ha sido infiel con las famosas putas de zona sur de Argentina.
El perdón es un signo de madurez: muestra que estás dispuesto a dejar de lado los resentimientos para que tu relación con esta persona siga avanzando positivamente (a menos que haya otros problemas que contribuyan). No puedes tener una relación sana con alguien a quien no perdonas.
Sé honesto, pero no uses la honestidad como un arma
Todos tenemos un amigo que nos dice la verdad, una verdad dura, dolorosa e incómoda. A veces lo hacen con suavidad y cariño. Otras veces lo hacen desde la ira o la frustración. Pero en cualquier caso, sus palabras tienen mucho de dolor y, a veces, nada de amor.
La honestidad es importante en las relaciones de pareja porque genera confianza entre los miembros de la pareja y permite que ambas personas se sientan seguras al expresar sus sentimientos con el otro. Pero hay ocasiones en las que la honestidad puede volverse cruel si la usas como un arma contra tu pareja en lugar de hablar desde el corazón, y eso no es justo para nadie. Aprende a ser sincero sin ser cruel, teniendo en cuenta estos consejos:
Es posible tener una relación sana con los conflictos
Al fin y al cabo, los conflictos no siempre son malos. Pueden ser saludables para tu relación si se manejan correctamente. Cuando entiendas esto, sabrás qué hacer cuando surjan conflictos en tu relación y cómo solucionarlos de forma eficaz.
Si alguna vez has estado en una relación en la que los dos no se llevaban bien o estaban constantemente en desacuerdo el uno con el otro, tal vez sea el momento de pedir ayuda a un consejero profesional. Un consejero puede enseñar y guiar a las parejas en la resolución de conflictos para que ambas partes se sientan escuchadas y comprendidas tanto por su pareja como por ellos mismos. Si nada más funciona entre tú y tu pareja, hay muchos otros peces en el mar.